12. INSERCIÓN SOLICITADA POR EL SEÑOR DIPUTADO DÍAZ BANCALARI

Fundamentos del apoyo del señor diputado al dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto en el proyecto de declaración del señor diputado Carmona y otros por el que se declara la legítima e imprescriptible soberanía de la República Argentina sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes

Los representantes del pueblo de la Nación vamos a ratificar en esta sesión la política estratégica del Poder Ejecutivo tendiente a defender la soberanía integral de la patria y los derechos inalienables que la Argentina tiene sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich y los espacios marítimos circundantes.
Quienes militamos en un movimiento nacional y popular continuamos un mandato histórico que asumimos apenas iniciamos nuestra dedicación plena a la política. Y aprendimos que una patria libre y justa se consigue a partir del establecimiento de políticas consustanciadas con los intereses de la mayoría. Es decir que garanticen una efectiva soberanía que nace en el voto, en el seno del pueblo, el único y real soberano de la democracia. Y esa soberanía que nace del pueblo es la que luego se expresa en un régimen jurídico acorde a las circunstancias sociales, económicas, geográficas, espirituales, culturales y políticas que nos toca vivir.
No realizamos una definición de la soberanía que resulte extraña al plexo normativo de la República ni tampoco estamos haciendo ideología. Nos atenemos a lo que dice el diccionario de la Real Academia Española respecto del significado de la soberanía nacional: “La que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos”. Más claridad imposible. Y fíjese, señor presidente, que al definir la fuente de la soberanía, su procedencia, también señalamos la forma de materializarla en la praxis política. El nuestro es en un estado de derecho a través de las instituciones contempladas en la Ley Suprema. En nuestro caso específico, la Honorable Cámara de Diputados.
Tal como hemos expresado mediante la Declaración de Ushuaia, expedida por la Comisión de Asuntos Exteriores del cuerpo, la causa de Malvinas es una causa nacional en el sentido amplio y preciso del término. Ofrecemos este punto de vista, no por adherir a la improvisación bélica de un general trasnochado, de la cual el próximo 2 de abril se cumplirán 30 años de dicha decisión unilateral e inconsulta del régimen de facto, sino porque forma parte del reclamo permanente de los argentinos que, de generación, en generación hemos sostenido en todos los foros locales e internacionales.
La soberanía nacional es imprescriptible. Por eso, el Reino Unido debería sentarse a la mesa de diálogo como instan las Naciones Unidas para reconocer lo que desde 1833 venimos manifestando: las Malvinas son argentinas, basta de colonialismo. Si hubiera cesado nuestro reclamo, quizás los colonizadores tendrían motivos suficientes para argumentar derechos, pero ello no ha sido así; jamás dejamos de reclamar lo que nos pertenece, lo que es nuestro. En cambio, el colonialismo reclama lo que no le pertenece, lo que usurpa.
Parece mentira que en el siglo XXI todavía existan enclaves coloniales en el Atlántico Sur. Los usurpadores pretenden quedarse con los recursos naturales de nuestras Malvinas. Primero, la utilizaron como plataforma de defensa al servicio del poder militar occidental durante la llamada Guerra Fría. Tras el fracaso del imperio soviético, ahora van a explotar los recursos existentes en las islas. Por lo visto, buscan convertir a nuestro territorio irredento en una base mercantilista custodiada por un poderoso arsenal de última generación. Armamentismo, petróleo, colonialismo, prepotencia de ultramar, fórmulas de un método de dominación que contrasta con nuestra vocación pacífica y diplomática.
A las bravuconadas británicas les respondemos con un mensaje sujeto a derecho, sin caer en el juego perverso de las provocaciones altisonantes que retumban en los medios de prensa sin efectos positivos a nuestros deseos. Que ellos hagan de Malvinas una cuestión limitada a sus problemas internos. Para nosotros, Malvinas es la causa nacional que nos une en la pluralidad de voces como hemos demostrado con la Declaración de Ushuaia, en la que todos los bloques legislativos aunaron una posición unánime a favor de la soberanía integral de la patria.
Señor presidente: compartimos y apoyamos con todas nuestras convicciones la política de recuperación de Malvinas que iniciara Néstor Kirchner y que continúa Cristina Fernández de Kirchner. Es una apuesta a la inteligencia, al decoro, al respeto, a la dignidad, a la memoria de los que cayeron en la turba malvinera, a la verdad de los hechos históricos, a la justicia para que algún día no muy lejano podamos izar nuevamente la bandera azul y blanca en Puerto Argentino.
Esta Argentina insertada en el mundo con soberanía, con Estado, con justicia social, es la que logrado el consenso regional y continental como nunca antes había ocurrido. La hermandad se demuestra con hechos y los hechos se ven. Hoy, las Malvinas son una causa latinoamericana porque hemos podido establecer las condiciones de convivencia democrática privilegiando una causa nacional. Esta legitimidad excede los límites locales y adquiere trascendencia cumpliendo con el legado de integración de los próceres de la independencia.
Señor presidente: somos militantes de la paz y bregamos por un mundo justo, unido y solidario, en el que cada nación sea respetada por sus pueblos y no por sus recursos naturales. Hacemos en este acto de reafirmación soberana un nuevo llamado al diálogo. Quiera Dios que los líderes políticos del Reino Unido se avengan a dialogar. Es un pedido de la comunidad internacional. Los pueblos del mundo, incluido el británico, algún les agradecerán a quienes hoy se encierran en la pequeñez cortoplacista si dejan de hipotecar el futuro poniendo en riesgo la paz.
Cuando observamos el comportamiento patriótico de nuestros hermanos latinoamericanos y la fe de los argentinos, nos convencemos de que día a día, minuto a minuto, a pesar de que flamee una bandera gringa transitoriamente en las Islas, la hermanita perdida está volviendo a casa para siempre.

 

 


 

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